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jueves

ELTOUR, LETOUR ...



ya clásico como la copla o la chanson française, en la canícula, el Tour, le Tour.
a través de las ondas electromagnéticas o, mejor aún, yendo al monte a verlo en directo, el Tour de France, como en otras fechas la Vuelta a España, nos traslada a un terreno de liza, de puro esfuerzo, de lidia. ya tan solo por recorrer los paisajes y tierras de nuestra geografía merece la pena y es toda una experiencia, aún más, precisamente es ese recorrer la espalda y costillares de la tierra a lomos del simple impulso de unas pedaladas lo que lo hace auténtico y le da coherencia. como todo lo bueno y lo grande, procede de lo natural y simple.

Lance Armstrong volverá a ganarlo casi con seguridad. pero a mí no me gusta demasiado Armstrong, me deja bastante frío. me desemociona, no me sobrecoge como lo hicieron corredores de antaño. lo encuentro admirable como persona, pues superar un cáncer y luego ganar siete Tours seguidos es de supermanes, y así se le puede también considerar en el ciclismo, como una especie de superhombre, aunque, no nos engañemos, su poderío y su estilo no son los mismos que emitían antecesores suyos tales como Poulidor, Bahamontes, Anquetil, Ocaña, Mercks, e incluso los más recientes Hinault e Induráin. y ahí me paro, o mejor, antes de Induráin. antes del que sí considero superhombre natural del ciclismo dados los rivales contra los que aún se medía. y al que también veo, por contra, como el origen de los campeones-máquina, de los que Lance Armstrong es el perfeccionado sucesor. atletas máquina, ganadores-robots, otro modo de concebir el deporte más propio de estos tiempos especializados, tan distintos de lo que representaban el pundonor de Ocaña o la perfección de Mercks. sin desmerecer su mérito en absoluto, puesto que la liza sigue interesando, significaba también el cambio de una época en este deporte tan físico como anímico. una época que acabó con la derrota de la inmutable superioridad física de Miguel Induráin y la mentalidad mecánica. una época que terminó de cerrarse quizá con la muerte de su último estandarte, Marco Pantani, il Pirata. adio, Pirata, se podía leer en un muro del pasado Giro de Italia. adio, a un modo anímico de concebir el esfuerzo y la lucha, Marco Pantani, el último ciclista romántico, murió inmolado en su propia forma de ser, se sentía un incomprendido. mas no para todos, replican algunos. y luego además el Chaba Giménez, otro ciclista sacrificado por su propia personalidad, no tan espectacular como Pantani, el Chaba también murió joven por ser como era, frágil y con estilo. de entonces nos queda Roberto Heras, y poco más, aunque ya no es lo mismo. porque no es lo mismo Heras que Delgado siquiera, con sus conocidas pájaras subiendo luego de hacer etapas extraordinarias. ni Ulrich, el hoy sempiterno aspirante alemán, también originado en el poso de la antigua época, pero ralo en hacer fehacientes esos fieros rictus de esfuerzo subiendo los puertos. esto nos puede dar una idea de la diferencia que hay entre el poderío de Amsrtrong y el de Induráin, por ejemplo, ahora Ulrich es considerado año tras año el principal contendiente del norteamericano, mientras que en tiempos de Induráin el alemán era sólo uno más de los muchos que tenían posibilidades de hacer algo frente al vasco, y de ganar cuando se retirara, como así hizo. tambíen el que su público oponente de hace dos años fuera Beloki, nos indica el contexto en el que se ha desenvuelto este corredor. por eso pongo en el congelador la abrumadora superioridad del tejano, porque para saber si realmente es el mejor ciclista de todos los tiempos, como dicen los números, habría que colocarlo en los mismos ámbitos en que se hallaban sus renombrados predecesores. relativicemos mucho, pues, todas las cosas, no sólo ésta, y así podremos decir, quizá, que simplemente era bueno. además de un hombre admirable. y así termino, que pese a ello, todas las veces que vea ondear la bandera de los EE.UU. sea por sucesos como éste, aquí se merece laureles. pero alluego nos queda el paisano Valverde, qué habría pasado si no hubiera abandonado, qué habría dejado de pasar, no lo sabemos, ni lo sabremos hasta que se de el caso, que seguramente ya no se dará. Alejandro Valverde es un buen corredor, se nota, pero tiene que mejorar mucho para hacer realidad su capacidad de campeón. personalmente me impresionó más el último vencedor de la Vuelta a España, del que por común no recuerdo su nombre, venció a Heras y venció a Valverde, impresionante. sí, el podio de la última Vuelta era bueno, y más que ninguno, el primero, una Vuelta a España francamente emocionante, todavía la recuerdo. pero, ahora, me pregunto, dónde estará ese ganador de la misma que no ha aparecido por el Tour y del que no he vuelto a oir ni su olvidado nombre, yo le hubiera dado muchas más remotas expectativas de luchar para el podio ante Armstrong que a Valverde o a Basso... no lo sé. Pantani, vuelve en tu barco a ondear entre los montes tu bandera de Pirata...