A galopar, a galopar...
Hoy, algunas veces, y ante bastantes cosas, la expresión más acertada de nuestro ánimo seguiría siendo, curiosamente, la del homérico poema de Alberti: a galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar...
con las apropiadas salvedades que, seguidamente, todo observador ecuánime haría ...
como: y qué podría evitar que tras galopar también nosotros caigamos en el mar?...
serenidad de ánimo, pues, y una cierta condescendencia parece ser canción más propicia
...
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