La sociedad y el trampantojo existencial
lo que sostiene el vivir cotidiano de la mayoría se basa en unos pocos patrones mentales sobre estructuras sociales e interrelacionales. tales como un matrimonio, los hijos, la familia en alguno de sus recodos, o la actividad laboral. estas situaciones proporcionan una circunstancial red de valores suficiente para que la conciencia del individuo descanse, se apoye o referencie en casos de peligro o confusión. eso es lo que le sucede al grueso de la sociedad, aquellos que contemplamos sonrientes, incluso felices en la playa o un fin de semana entre los espectáculos de la ciudad, a los que veremos a los pocos días en el trabajo o en la calle, aún con cierto talante, hierven en sus más íntimos recodos de oscuridad y de vacío, pero ellos no lo saben, no son conscientes de ello, no lo notamos los demás. porque se asientan en sus particulares y circunstanciales refugios personales, por eso parece que realmente aquí no pasa nada, y que todos parecen estar bien. pero tampoco se dan perfecta cuenta de que el mismo hervor, ardor, que procede de la náusea que genera este vacío y falso mundo, llegará hasta donde se encuentren sus pequeñas redes de seguridad que les hace aparentar ser humanos, y entonces, sólo entonces sabrán de lo que se trata y lo que tienen que hacer enfrente, si quieren subsistir como personas
porque, ante el nihilismo y la animalidad, sólo la lucha por los valores que hacen del ser humano una persona puede superar este angosto tiempo de crisis, no basta con creerse seguro, es necesario estarlo y además compartirlo con los demás
el mundo sigue siendo el mismo que en su origen, pero hombres corrientes entran en sus casas con hachas o martillos y despedazan a sus mujeres e hijos
pero los hombres, las mujeres, los pájaros, los niños, continúan siendo exactamente los mismos
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