comidas ejemplares
algún ejemplo de cómo se come en mi humilde casa -en mi tierra- un sencillo día cualquiera; ayer, en el mediodía, una tortilla de patata y cebolla tierna con el huevo a semicuajar, acompañada aparte de un par de tomates pera abiertos por el centro y rellenos de buen chorretón de aceite de oliva virgen y un pellizco de sal, al otro lado de la tortilla dos buenas cucharadas de unos filetes de caballa conservadas en aceite de oliva, sal y un poco de vinagre de vino blanco que había preparado anteayer; para beber, buen vino tinto, y de postre un orondo melocotón -desgraciadamente no como los de antaño- junto a un racimito de uva negra. hoy, en la comida, un guiso simple de falda de cordero, con patatas, tomate, pimiento entreverado, cebolla, ajo, chirivía y perejil, todo ello rehogado en un poco en aceite de oliva antes de bañarlo con un vaso de vino tinto dulce de Ricote y el agua que necesitara, más su aderezo correspondiente, dejado hervir en una olla de barro tapada durante casi una hora a fuego lento, resulta ser una de las preparaciones de guiso más casero y sabroso que conozco, remontándose en mi recuerdo hasta considerarlo de toda la vida, y tan bueno con cordero, como con bacalao y tallarines rotos, o costilleja carnosa de puerco, o pimientos y tomates rellenos de carne de pollo picada, o casi cualquier otra vianda o pescado que se le pueda ocurrir a uno modificando tan sólo algún pequeño condimento. en la cena una simple pavica hervida en poca agua y sal -pavica es una coliflor pequeña en el habla de la huerta- y aderezada con un chorrico de aceite y el zumo de medio limón
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